Hijos pródigos
Lisandra Mesa Ramírez

deutsche Fassung

Lucas 15:20 Cuando aún estaba lejos,
lo vio su padre y fue movido a misericordia,
y corrió y se echó sobre su cuello y lo besó.

Siempre hay que regresar,
aunque ciertos retornos
marcan el pulso de nuevas despedidas.
Impulsos migratorios:
Casa natal en penumbras
-a la zaga-
aldeanos con luz propia
nadan con pies de hierro
hacia el oasis,
las leyendas personales
en una curva del destino.

Azar o voluntad
frecuentan su aventura
-yarey por sombrero de corsario-
no son filibusteros comunes
en permuta de almanaques
con juramentos o encuentros prematuros.
Descansa un abrazo de canas paternales
al término de todo viaje.
Los hijos pródigos, que habían subastado máscaras
trocan suerte en juegos literarios.
Rastignac ama su redil;
mañanas de cencerros
pies en el rocío
¿Y la vocación de pastor?
En procesión monótona
vecinos cotilleos,
postres y memorias…

Necesita bajarle el volumen a los ruiseñores,
pintar los framboyanes con menos rojos.
Lo aterra anclar en esta inmovilidad
donde las ovejas tienen nombre propio.
Sacude la quietud
y el reloj renueva el conteo regresivo.
En puertos anónimos
pudiera encontrar/perder el rumbo
-aviso de iceberg-
quizás no quedarán brazos filiales
para el último retorno.
Zarpa con esta incertidumbre
y le hace grietas el tiempo
a cada pálpito de su cofre.